
Esta misión solidaria comenzó en julio del 2017, Gonzalo jugaba en Banfield, cuando el doctor Oskar Trotta, pediatra que trabaja en el Hospital Garrahan, le comentó a su papá que en el comedor, en el que él colaboraba, tenían muchas necesidades.
“La primera vez que fui la sensación fue rara porque yo que tenía el privilegio de venir de una clase media-alta y me encontraba con gente cuya necesidad principal en el día es tratar de poder comer algo. Cuando vi eso pensé que a ninguno de los que estábamos ayudando ahí nos gustaría colaborar porque no nos sentimos orgullosos de hacerlo porque la realidad es que tendría que haber otro sistema como para que la gente, con las herramientas que le dan, pueda abastecerse sola y no esperar de ayuda que pudiera llegar de afuera. Me dio la sensación que cada persona que entraba de afuera era como una luz en la vida de estos chicos y adultos”, recuerda Gonzalo, a la distancia.
Esa primera vez Gonzalo conoció al matrimonio que se ocupa de que todos los días a esos chicos no les falte su plato de comida. “Lo primero que hicimos fue ampliar el comedor porque comían 60 chicos en una habitación de 5×7 metros. Era demasiada gente y los chicos tenían que recoger la comida e irse y te dabas cuenta que toda la comida que sobraba, a veces, se tiraba por falta de espacio. Desde ahí me empecé a comprometer para ver cómo los podía ayudar y un montón de gente se solidarizó con la situación y conmigo y pudimos ampliar la parte de comedor después de seis meses. A partir de ese momento empezaron a tener un lugar más estable”.

Cuando Gonzalo se fue a vivir a Rosario (para jugar en Central) se le ocurrió enlazar a Oeste, el club donde había jugado de niño, donde se organizaron actividades solidarias en las que recolectaron alimentos no perecederos que cada dos meses los entregaban al comedor. “Se generó un movimiento para el que no hacía falta que yo estuviera y estuvo buenísimo porque los fueron ayudando durante un año entero con un montón de cosas”, dice Gonzalo, que actualmente juega en Huracán.
¿Cómo es el vínculo con los chicos cada vez que vas a verlos?
Yo siento que no soy una cara tan reconocida en el fútbol, pero cuando los chicos saben que hay un jugador los ves como flasheados porque alguna vez te vieron en la tele. Es como la admiración de ver a alguien que juega en canchas profesionales con mucho público. Son nenes de 5 o 6 años para arriba y creo que está bueno para ellos ver en vivo a alguien que después lo observan en la tele.
¿Qué cosas compartís con los chicos?
Las veces que fui me quedé aproximadamente dos horas y me preguntan, por ejemplo, qué se siente jugar en la cancha de Boca o de River o cómo es la vida del futbolista. A mí me gusta mucho poder estar un rato con los chicos y también con la gente que colabora en el comedor. Ellos te agradecen muchísimo todo el esfuerzo que uno hace. Para mí, es ir un rato y compartir un lindo momento con los chicos, pero está bueno esto de ayudar con la presencia a la gente que está todos los días trabajando a pulmón en el lugar.
¿Pudiste involucrar a algunos otros futbolistas en esta tarea solidaria?
Sí, colegas de Banfield me ayudaron porque a muchos los conmueve la situación. Después hay otros condimentos que hacen que uno no pueda presionar mucho y es lógico. Esto tiene que ser con la sensación de hacer algo porque uno desea hacerlo.

¿Pensás que los deportistas, con mayor o menor visibilidad, deberían involucrarse más en este tipo de causas?
Eso es muy personal, cada uno se involucra hasta donde quiere, hasta donde puede y hasta donde le sale. No significa que porque alguien tenga más relevancia en lo que haga se tenga que involucrar más. Ni viceversa. Yo creo que hay un montón de gente que lo hace en forma anónima y hay muchos otros como yo que le gusta visibilizarlo para que mucha gente sea consciente de la realidad de estas personas.
¿En qué actividades participás en el comedor?
Hacemos algunas actividades específicas. Por ejemplo, para el día del niño nos juntamos con una chica que vende kits de fútbol y con cada uno que se vendió se donaron pelotas de fútbol para el comedor. Son cosas espontáneas que se van dando, pero terminan siendo muy buenas.
¿Qué mensaje le darías a la gente vinculado a la posibilidad de ser solidarios?
Dentro de las preocupaciones que cada uno tiene en su vida cotidiana está bueno poder ser conscientes que hay mucha gente que la está pasando mal y lo que a nosotros nos parece básico, para ellos es lo único que hay en el día. A veces, frenar de la vorágine de todos los días para poder entender que hay un montón de gente que la pasa mal.
Quienes quieran contactarse con Gonzalo Bettini para poder colabora en el comedor «Mamá Sopa» pueden hacerlo de la siguiente manera:
Facebook: Gonzalo Bettini
Instagram: @gonbettini
