“Queremos inspirar a más personas a comer mejor, a incorporar más variedad y cantidad de vegetales, promoviendo una alimentación más consciente y saludable”, decía Ana Hernández Hermida, Brand Manager de Knorr Argentina, marca que hoy tiene presencia en más del 80% de los hogares argentinos.

Para lograrlo, trabajan en dos pilares fundamentales: cómo sumar más variedad de vegetales a las comidas y cómo cuidar esos ingredientes desde el origen hasta la mesa. Viajamos a Mendoza para ver nosotros mismos cómo es que eso se lleva a la práctica y entender que no todo en vino por aquellas zonas.  

Es en esa provincia, precisamente en la localidad de Guaymallén, es donde empieza todo. Allí se encuentra la única deshidratadora de Unilever en el mundo y la más grande de Argentina. Una planta que la compañía adquirió en 2005, pero que existe desde 1964 y donde 95 operarios trabajan en tres turnos durante seis días para deshidratar los vegetales que llegan a las mesas de miles de personas no solo en Argentina sino en el mundo (10% de la producción se exporta).

¿Cómo es el proceso de deshidratación?

La planta deshidratadora trabaja con 10 fincas en Mendoza, San Juan y Córdoba, para cultivar y cosechar todos estos vegetales de manera sustentable. A diferencia de años anteriores cuando muchos de los vegetales eran importados, hoy esos vegetales son cultivados y cosechados por agricultores locales y luego pasan por la planta donde son deshidratados.

Una vez que la materia prima llega a la planta, comienza el proceso de deshidratación, un proceso que a simple vista es muy simple y básicamente es el mismo para todos los vegetales:  corte, pelado, lavado, selección manual, picado, deshidratación primaria y final, y empaquetado. A partir de eso, le producto final tendrá entre 12 a 14 meses de vida útil.

El proceso consiste en introducir los vegetales en hornos de secado, donde reciben aire caliente y se logra disminuir el porcentaje de humedad hasta un 6 y un 8%. Se trata de siete hornos semi continuos que hay en la planta y trabajan con 10 bandejas, donde circula aire caliente por su interior, provocando evaporación y reducción del líquido. Con estándares de excelencia en calidad, el circuito de deshidratación permite conservar los nutrientes de los vegetales y preservar su sabor, no requiere adicionar conservantes, extiende la vida útil sin necesidad de refrigerar, respeta el ciclo natural de los vegetales propios de cada temporada con abastecimiento todo el año, permite la rehidratación del vegetal a la minuta y en poco tiempo, reduce el espacio de almacenamiento, facilita el transporte y reduce mermas y desperdicios.

Hoy se deshidratan: zanahoria, zapallo, espinaca, albahaca, repollo, puerro, tomate, ajo, papas, pimiento rojo, cebolla y batatas, con los que se elaboran los productos de la marca como sopas, caldos y salsas. Pero la empresa constantemente esta evaluando la deshidratación de otras hortalizas para luego incorporar a su oferta.  

Hoy la estructura tiene la capacidad de procesar hasta 15.000 toneladas de vegetales crudos al año, lo que se traduce en 3.200 toneladas de vegetales deshidratados en forma de escamas, granulado y polvo.

“Nuestros vegetales deshidratados no tienen aditivos, sal ni conservantes. Lo que llega a la mesa de cada argentino es el mismo vegetal que está en la planta”, asegura Hermida.

De la agricultura sustentable a la regenerativa

Knorr trabaja junto al INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) para lograr desarrollos tecnológicos de cultivos que cuidan el ambiente y a la comunidad, y por eso sus vegetales provienen de fincas que trabajan con principios de agricultura regenerativa.

¿Qué es esto? Un conjunto de prácticas agrícolas que restauran el ritmo natural de nuestros ecosistemas, conservando y revitalizando los procesos biológicos del suelo para las generaciones futuras.

En este sentido, los Principios de Agricultura Regenerativa de Unilever buscan proteger y mejorar las comunidades locales y su bienestar, además de producir cultivos con suficiente rendimiento y calidad nutricional para satisfacer las necesidades existentes y futuras, optimizando el uso de recursos renovables y minimizando el uso de recursos no renovables.

En línea con ello, el trabajo de la planta de Mendoza se inicia con los productores, con los que Unilever trabaja a la par para obtener los mejores ingredientes, cultivados con fuerte conciencia y responsabilidad desde el origen. Por esto, la agricultura sustentable está evolucionando a la agricultura regenerativa, basada en principios y prácticas agrícolas que generan impactos positivos en la salud del suelo, la biodiversidad, la calidad del agua, la resiliencia climática y la rentabilidad agrícola.

Según expresaba Claudio Galmarini, especialista en mejoramiento genético de hortalizas del INTA, “hace más de 30 años que trabajamos en alianza con Unilever. Las variedades que se usan en la planta de deshidratado no son las mismas que se ven en las verdulerías, son variedades de hortalizas desarrolladas para el deshidratado -zapallo Aconcagua, zanahoria Nara, cebolla Alfredo- producto de mucho trabajo. Con orgullo podemos afirmar que en muchos caldos y sopas que se consumen en la Argentina y en otros lugares del mundo está presente la genética nacional”.

Estas hortalizas son desarrolladas precisamente con el objetivo de reducir el porcentaje de humedad de los mismos, aumentar el rendimiento industrial del cultivo y reducir el costo de la energía para obtener los deshidratados. Por ejemplo, en el caso del Aconcagua, patentado por Unilever a partir de su trabajo con el INTA, el zapallo mejoró 120% su rendimiento versus una variedad tradicional. En el caso de la cebolla, la mejora es del 25%.

Además, seguía Galmarini: “Estamos colaborando en la transición hacia la agricultura regenerativa, una manera de producir respetando las maneras que tiene la naturaleza de regenerarse asimisma. Respetar las condiciones ambientales en las que se produce, preservar la fertilidad del suelo, la biodiversidad del suelo, conservar el agua, principal problema de nuestra región”.

Desde la compañía, también se promueve una política de residuos y uso de energía sustentable donde gran parte de los productos son despachados sin pasar por el centro de distribución. De esta forma, en el proceso se reduce el uso de 19 camiones mensuales, generando un ahorro en emisiones equivalente a 15 toneladas de CO2.

Sobre ello, María Bulla, Gerente de Responsabilidad Corporativa e Impacto Social Unilever Argentina, profundiza: “Junto al INTA, capacitamos a los agricultores que cultivan nuestras hortalizas y que son procesadas en la planta para producir nuestras sopas, caldos, deshidratados y condimentos. Implementamos diferentes prácticas desde el campo hasta la góndola: el riego por goteo, que nos permite ahorrar +30% de agua en la producción, la aplicación de mulching para proteger el suelo de la erosión y la eficientización de rutas de distribución que permite ahorrar 15 toneladas de CO2 por mes solo en este aspecto”.

Para concluir, Bulla, en diálogo con Lado H, sentenciaba: “La agricultura regenerativa es una filosofía. Es respetar las condiciones naturales; preservar las propiedades del suelo. Es lo que hay que hacer y punto. No hay opción”.

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