
Jennifer Dahlgren es embajadora, junto a otros deportistas, de la Huella Weber, un programa que contiene en sí diferentes acciones que a lo largo de la historia de Weber en Argentina fueron tomando entidad propia, focalizadas en 3 ejes, arte, deporte y fundaciones. Su objetivo es generar acciones que perduren, dejar una huella propia de la marca y de sus valores en la comunidad.
Desde ese lugar, la lanzadora de martillo es madrina de Granja Andar, un sitio en Moreno en el que se busca generar oportunidades para el desarrollo de las personas con discapacidad a través del trabajo, el deporte, el arte, la cultura y la salud. Junto a Weber mejoran la infraestructura del espacio, en pos de crear un mejor lugar para recibir a quienes allí asisten.
Al respecto expresaba a Lado H: “Weber no es un sponsor común y corriente, sino que somos embajadores de la marca y mediante ellos podemos elegir proyectos y tener ese brazo solidario que deseamos. A través de los deportistas la marca tiene llegada a las comunidades, contribuir en distintas iniciativas para promover el deporte”.
Y sigue: “Weber nos da, por un lado, el apoyo económico para poder focalizar en los entrenamientos. Por otro, nos brinda eso extra que tiene que ver con lo que nos gusta más, que es el apoyo a las comunidades, elegir dónde ayudar y de qué forma”.
La atleta reparte sus horas entre el deporte de competición, los entrenamientos, la escritura, las charlas sobre bullying, ser embajadora de INADI y las actividades solidarias. Es autora de “El Martillo Volador”, un libro que busca concientizar a los chicos en contra de las burlas e incentivarlos a practicar diversos deportes.

El libro incluye cinco cuentos de deportes olímpicos que tienen como protagonistas al judo, el hockey, la esgrima, el remo y el martillo. “La idea es difundir los valores de cada uno y, a la vez, fomentar los deportes amateurs”, dice Dalghren. “Mostrar cómo el deporte nos ayuda a crecer, a superar obstáculos en la vida real y que no se trata solamente de obtener una medalla”.
Y agrega: “El primer cuento es autobiográfico, habla de una chica grandota, cuyo cuerpo era muy bueno para el atletismo pero que, en el colegio era víctima de burla constante. Aproveché el libro para hablar de esta epidemia que afecta a adolescentes de todo el mundo. Luego del libro, surgió la posibilidad de dar charlas, de acercarme a los colegios para ayudar a chicos que tal vez pasan por la misma situación que viví yo. Argentina necesita un cambio cultural para que más chicos hagan deporte y participen del olimpismo y eso debe ser de raíz, desde la educación”.
Esta joven, también toca la guitarra, modela arcilla, pinta, cocina, teje y practica otros deportes de forma amateur, como golf, jujitsu y judo. Además, fue protagonista de una charla TED. “El deporte me permitió destacarme, fue como una primera curita frente a tantas cicatrices que sufrí. El deporte me permitió sanar”.
Para concluir, la deportista manifiesta: “Si queremos un mundo mejor, tenemos que tratar al prójimo como nos gustaría que nos traten a nosotros».